Por: Lewis Mejía
Lima, Perú
Unidad de élite en América del Sur, los paracaidistas del Ejército Peruano conforman una de las fuerzas especiales más experimentadas en combate real en esta parte del mundo.
Los primeros paracaidistas peruanos surgieron en el Cuerpo Aeronáutico Peruano a finales de la década de 1930. Esta organización de aviación militar fue la primera en experimentar saltos individuales aplicando técnicas experimentales para la época, pues el Ejército (de tierra) a esa fecha aún no mostraba interés por el arma aerotransportada.
En setiembre de 1940 se ejecutó el primer ejercicio de lanzamiento masivo sobre la localidad de Chiclayo. Seria el último ensayo previo al ‘bautizo de fuego’ que ocurrió durante la breve guerra que enfrentó a Perú y Ecuador en 1941.
En efecto, al atardecer del 31 de julio un pequeño grupo de tres Suboficiales peruanos armados con pistolas saltó en caída libre desde un bombardero Caproni Ca-111 sobre Puerto Bolívar, sorprendiendo a la guarnición ecuatoriana. Tras una breve escaramuza ahuyentaron a los defensores y capturaron la plaza, incluyendo un tren con armas, municiones y equipos. Este fue el primer combate en América del Sur en el que intervinieron tropas aerotransportadas. Pocos días después se tomó la ciudad de Machala con una maniobra parecida.
La formación inicial
Luego de analizar el desempeño de las unidades de paracaidistas y fuerzas especiales que actuaron en la Segunda Guerra Mundial, el Ejército del Perú tomó la decisión de conformar su propio Cuerpo de Paracaidistas. En 1956 seleccionó a cinco Oficiales de Infantería para que, junto con otros cinco miembros de la Fuerza Aérea Peruana, siguieran el Curso de Paracaidismo en la División Aerotransportada de Brasil.
Paralelamente, se dispuso que el experimentado Batallón de Infantería No. 19, de brillante desempeño en la guerra con el Ecuador, iniciara los preparativos para convertirse en unidad aerotransportada. Así, en 1957 surgen el Batallón de Infantería Paracaidista ‘Comandante Espinar’ No. 19, y la Escuela de Paracaidistas del Ejército (EPE), con sede en el distrito limeño de Chorrillos.
Entre tanto, los paracaidistas enviados a Brasil culminaron su entrenamiento, alcanzando calificaciones en maestros de salto, orientadores, técnicos en mantenimiento, doblaje y reparación de paracaídas, y de lanzamiento de carga desde aeronaves en vuelo. Su retorno a Lima fue como debía corresponder: lanzándose en paracaídas desde aviones Fairchild C-82 ‘Packet’ de la ‘Força Aérea Brasileira’, el 7 de diciembre de 1957.
Al año siguiente llegaron otros dos Oficiales peruanos tras graduarse en la Escuela de Tropas Aero Transportadas del Ejército Argentino. Así surgió la plantilla inicial de instructores calificados en paracaidismo militar para las fuerzas armadas del Perú.
En 1965 se detectó la presencia de grupos subversivos de orientación cubana operando en la selva central del país. De inmediato se constituyó el Destacamento de Fuerzas Especiales –asesorado por EE.UU.- con la misión de neutralizar dicha amenaza. La fuerza estuvo integrada por el rebautizado Batallón de Infantería Comando No. 19, el Batallón de Infantería Paracaidista No. 39, y la Escuela de Paracaidistas del Ejército, entre otras unidades. Para enero de 1966 la situación había sido controlada y las unidades volvieron a sus cuarteles para continuar con sus tareas habituales de entrenamiento.
Cuatro años más tarde se puso en marcha un ambicioso plan de modernización y reequipamiento, decidiéndose la creación de la Primera División Aerotransportada (1ra. DAT) en base al Destacamento de Fuerzas Especiales, el Batallón de Infantería Paracaidista No. 61, un Batallón de Servicios Aerotransportado, una Compañía Especial de Comandos, una Compañía de Transmisiones, una Compañía de Ingeniería Aerotransportada, un Escuadrón de Reconocimiento Aerotransportado y una Batería de Morteros Aerotransportada.
Acciones de armas
La ‘Operación Solidaridad’, realizada en noviembre de 1961 en la zona del Canal de Panamá con la presencia de tropas norteamericanas, de Colombia y Ecuador; la ‘Operación América’, en noviembre de 1964, en la zona de Tolú, en Colombia, junto con fuerzas de Bolivia, Ecuador y Venezuela; la ‘Operación Ayacucho’, en 1971 por el 150 aniversario de la independencia de Iberoamérica, donde también se hicieron presentes delegaciones argentinas, colombianas y venezolanas; y la ‘Operación Socorro’ a los afectados por el terremoto de 1970 que devastó la sierra central del Perú, forman parte del historial de los paracaidistas peruanos.
La experiencia internacional más importante llega en noviembre de 1973, cuando 497 Oficiales, Suboficiales y Tropa paracaidistas viajaron al Medio Oriente conformando el ‘Batallón Especial Perú’. La Unidad fue asignada a la Brigada Norte de la Fuerza de Paz de las Naciones Unidas, encargada de mantener el alto el fuego en un área de la península del Sinaí, y en las alturas del Golán, entre diciembre de ese año y finales de 1974.
Cuando en enero de 1981 se descubre una infiltración ecuatoriana en la Cordillera del Cóndor, la División Aerotransportada se despliega reforzando los Puestos de Vigilancia en la frontera. En el asalto final con apoyo de helicópteros contra el puesto enemigo de Falso Paquisha los paracaidistas participaron como infantería especial. Logrando el éxito total.
Poco después estalla una guerra de baja intensidad, a consecuencia del accionar de los grupos subversivos Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Los enfrentamientos se multiplicaban en parajes remotos de los Andes, hasta que en junio de 1989 ocurre una de las acciones antisubversivas más importantes, el enfrentamiento de Los Molinos (Junín). Allí, las patrullas de las fuerzas especiales paracaidistas eliminaron a 75 guerrilleros del MRTA muy bien armados.
Entre 1994 y 1995 ocurren las grandes operaciones antisubversivas ‘Aries’ y ‘Tumbamonte’, contra las bases terroristas de Sendero Luminoso en la inhóspita zona del río Huallaga, en la selva central. Allí operaban auspiciados por los ‘barones’ de la droga, que les entregaban armas y dinero a cambio de protección para sus laboratorios de cocaína.
A finales de enero de 1995 nuevamente estalla un conflicto en la frontera. Las selvas del Cenepa fueron escenario para el accionar de los paracaidistas peruanos movilizados desde sus bases contraguerrilleras en el centro del país. Los combates en Cueva de los Tayos, Base Sur, Tiwinza, Montañita, Quebrada Zafra y el demoledor golpe de mano al Puesto de Vigilancia Coangos del 22 de febrero -el ‘miércoles negro’ para el Ecuador- demostraron la capacidad combativa de los peruanos.
Poco tiempo tuvieron para descansar los paracaidistas del Ejército. A las 3 de la tarde del 22 de abril de 1997 se puso en marcha la ‘Operación Chavín de Huantar’ para recuperar la residencia del embajador japonés en Lima. Allí, un comando terrorista retenía 72 altos funcionarios de Perú y Japón. La operación se planeó cuidadosamente, con entrenamientos durante la mayor parte de los 126 días que duro el secuestro en una réplica de la edificación, y culmino con el rescate de todos los rehenes.
Brigada de Fuerzas Especiales
En 2003 el alto mando del Ejército reorganizó a sus unidades aerotransportadas como Batallones de Comandos, y los aglutinó en torno a la Primera Brigada de Fuerzas Especiales (1ra. Brig. FF.EE.). Forman parte de esta entidad el Batallón de Comandos ‘Comandante Espinar No. 19’, la unidad más antigua y distinguida, creada en 1933 y experta en combate en terreno desértico, y en contrasabotaje a través de su Compañía Antiterrorismo ‘Pachacutec’.
También, el Batallón de Comandos ‘Coronel Juan Valer’ No. 39, cuyos orígenes datan de 1941, y que tiene a su cargo el Centro de Entrenamiento de Fuerzas Especiales en Lima; el Batallón de Comandos ‘Guardia Chalaca’ No. 40, activado en 1980 y especializado en combate en Selva; el Batallón de Comandos ‘Coronel Narciso de la Colina’ No. 61, formado en 1996 y con amplia experiencia en guerra de alta montaña; así como el Escuadrón de Reconocimiento Aerotransportado No. 61, encargado de la señalización y seguridad de zonas para saltos, y búsqueda y rescate de combate “más allá de las líneas enemigas”.
Como elementos de apoyo de base y en campaña se dispone del Batallón de Servicios Aerotransportado No. 61, la Compañía de Comando No. 61 y la Compañía de Comunicaciones Aerotransportada No. 61, además de la Compañía de Doblaje, Reparación, Abastecimiento de Paracaídas para el Lanzamiento Aéreo (DRAPLA), y el Destacamento de Transporte Vehicular, dotado de camiones M462 Abir, de manufactura israelí, y todo terrenos Gurgel X-15 hechos en el Brasil.
Formación y equipamiento
El perfil profesional de estos hombres es, en el caso de los Oficiales, egresados de la Escuela Militar de Chorrillos tras cinco años de estudios; y Suboficiales proveniente de la Escuela Técnica del Ejército con tres años de formación. En ambos casos es necesario obtener la calificación como ‘Combatiente Especial’ en la Escuela de Comandos y en la Escuela de Paracaidistas del Ejército, que tienen sus sedes en el Cuartel Alfonso Ugarte.
Allí se dicta el Curso Básico de Paracaidismo, de cuatro semanas que incluye siete saltos diurnos y uno nocturno; el Curso de Maestro de Salto de Paracaidismo (30 días, incluyendo saltos nocturnos y sobre el mar), el Curso de Caída Libre (30 días de paracaidismo deportivo), el Curso de Operaciones Especiales a Grandes Alturas (45 días), el Curso de Orientadores (de 90 días), el Curso de Doblaje de Paracaídas, y el Curso de Monitores para Personal de Tropa.
Para los saltos se dispone de paracaídas modelo T-10 y MC-1 fabricados en Corea del Sur, ‘Drakar’ franceses y ‘Profile’ americanos, así como el fardo P2B, y se cuenta con el auxilio de los Antonov An-32B ‘Cline’ del Batallón de Aviones No. 811 (BA 811) de la Aviación del Ejército.
La dotación de armas es variada: subfusiles alemanes Hecker & Koch, variante KA-1, SD con silenciador y MP-5; pistolas-ametralladoras Uzi y Miniuzi en el calibre 9 mm., pistolas Browning BDA de 9 mm., y fusiles IMI Galil SAR de 5.56 mm., FN FAL 50-62 con culata plegable, de 7.62/51 mm. y Kalashnikov AKM de 7.62/39 mm. También, lanzagranadas sudafricanos L-6 Striker de 40 mm. y morteros M-6 de 60 mm. del mismo origen; lanzacohetes rusos RPG-7, y ametralladoras belgas FN MAG-240 calibre 7.62 mm.
La Compañía Antiterrorismo ‘Pachacutec’ y las Unidades de Comandos ‘Manco II’ y ‘Rumimaki’ poseen, además, fusiles sudafricanos Vektor CR-21 de calibre 5.56 mm., subfusiles P-90 de 5.7 mm. escopetas Winchester 1300 Marine Defender, ballestas Barnett-Velocispeed Class, y chalecos antifragmentación Tac-V1 fabricados en EE.UU. Los francotiradores están dotados de fusiles Galil Sniper de 7.62 mm. con visores nocturnos IMI, así como del Magmillan de Harris Gunwork, calibre 12.7 mm.
Este es a grandes rasgos el potencial aerotransportado del Ejército del Perú, que hoy también participa en la Misión Estabilizadora de la ONU para Haití (MINUSTAH). Los paracaidistas peruanos son profesionales de la guerra, que combinan la experiencia, el valor y los medios tecnológicos adecuados para ubicarse entre las unidades de elite más capaces de esta parte del mundo.
Lima, Perú
Unidad de élite en América del Sur, los paracaidistas del Ejército Peruano conforman una de las fuerzas especiales más experimentadas en combate real en esta parte del mundo.
Los primeros paracaidistas peruanos surgieron en el Cuerpo Aeronáutico Peruano a finales de la década de 1930. Esta organización de aviación militar fue la primera en experimentar saltos individuales aplicando técnicas experimentales para la época, pues el Ejército (de tierra) a esa fecha aún no mostraba interés por el arma aerotransportada.
En setiembre de 1940 se ejecutó el primer ejercicio de lanzamiento masivo sobre la localidad de Chiclayo. Seria el último ensayo previo al ‘bautizo de fuego’ que ocurrió durante la breve guerra que enfrentó a Perú y Ecuador en 1941.
En efecto, al atardecer del 31 de julio un pequeño grupo de tres Suboficiales peruanos armados con pistolas saltó en caída libre desde un bombardero Caproni Ca-111 sobre Puerto Bolívar, sorprendiendo a la guarnición ecuatoriana. Tras una breve escaramuza ahuyentaron a los defensores y capturaron la plaza, incluyendo un tren con armas, municiones y equipos. Este fue el primer combate en América del Sur en el que intervinieron tropas aerotransportadas. Pocos días después se tomó la ciudad de Machala con una maniobra parecida.
La formación inicial
Luego de analizar el desempeño de las unidades de paracaidistas y fuerzas especiales que actuaron en la Segunda Guerra Mundial, el Ejército del Perú tomó la decisión de conformar su propio Cuerpo de Paracaidistas. En 1956 seleccionó a cinco Oficiales de Infantería para que, junto con otros cinco miembros de la Fuerza Aérea Peruana, siguieran el Curso de Paracaidismo en la División Aerotransportada de Brasil.
Paralelamente, se dispuso que el experimentado Batallón de Infantería No. 19, de brillante desempeño en la guerra con el Ecuador, iniciara los preparativos para convertirse en unidad aerotransportada. Así, en 1957 surgen el Batallón de Infantería Paracaidista ‘Comandante Espinar’ No. 19, y la Escuela de Paracaidistas del Ejército (EPE), con sede en el distrito limeño de Chorrillos.
Entre tanto, los paracaidistas enviados a Brasil culminaron su entrenamiento, alcanzando calificaciones en maestros de salto, orientadores, técnicos en mantenimiento, doblaje y reparación de paracaídas, y de lanzamiento de carga desde aeronaves en vuelo. Su retorno a Lima fue como debía corresponder: lanzándose en paracaídas desde aviones Fairchild C-82 ‘Packet’ de la ‘Força Aérea Brasileira’, el 7 de diciembre de 1957.
Al año siguiente llegaron otros dos Oficiales peruanos tras graduarse en la Escuela de Tropas Aero Transportadas del Ejército Argentino. Así surgió la plantilla inicial de instructores calificados en paracaidismo militar para las fuerzas armadas del Perú.
En 1965 se detectó la presencia de grupos subversivos de orientación cubana operando en la selva central del país. De inmediato se constituyó el Destacamento de Fuerzas Especiales –asesorado por EE.UU.- con la misión de neutralizar dicha amenaza. La fuerza estuvo integrada por el rebautizado Batallón de Infantería Comando No. 19, el Batallón de Infantería Paracaidista No. 39, y la Escuela de Paracaidistas del Ejército, entre otras unidades. Para enero de 1966 la situación había sido controlada y las unidades volvieron a sus cuarteles para continuar con sus tareas habituales de entrenamiento.
Cuatro años más tarde se puso en marcha un ambicioso plan de modernización y reequipamiento, decidiéndose la creación de la Primera División Aerotransportada (1ra. DAT) en base al Destacamento de Fuerzas Especiales, el Batallón de Infantería Paracaidista No. 61, un Batallón de Servicios Aerotransportado, una Compañía Especial de Comandos, una Compañía de Transmisiones, una Compañía de Ingeniería Aerotransportada, un Escuadrón de Reconocimiento Aerotransportado y una Batería de Morteros Aerotransportada.
Acciones de armas
La ‘Operación Solidaridad’, realizada en noviembre de 1961 en la zona del Canal de Panamá con la presencia de tropas norteamericanas, de Colombia y Ecuador; la ‘Operación América’, en noviembre de 1964, en la zona de Tolú, en Colombia, junto con fuerzas de Bolivia, Ecuador y Venezuela; la ‘Operación Ayacucho’, en 1971 por el 150 aniversario de la independencia de Iberoamérica, donde también se hicieron presentes delegaciones argentinas, colombianas y venezolanas; y la ‘Operación Socorro’ a los afectados por el terremoto de 1970 que devastó la sierra central del Perú, forman parte del historial de los paracaidistas peruanos.
La experiencia internacional más importante llega en noviembre de 1973, cuando 497 Oficiales, Suboficiales y Tropa paracaidistas viajaron al Medio Oriente conformando el ‘Batallón Especial Perú’. La Unidad fue asignada a la Brigada Norte de la Fuerza de Paz de las Naciones Unidas, encargada de mantener el alto el fuego en un área de la península del Sinaí, y en las alturas del Golán, entre diciembre de ese año y finales de 1974.
Cuando en enero de 1981 se descubre una infiltración ecuatoriana en la Cordillera del Cóndor, la División Aerotransportada se despliega reforzando los Puestos de Vigilancia en la frontera. En el asalto final con apoyo de helicópteros contra el puesto enemigo de Falso Paquisha los paracaidistas participaron como infantería especial. Logrando el éxito total.
Poco después estalla una guerra de baja intensidad, a consecuencia del accionar de los grupos subversivos Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Los enfrentamientos se multiplicaban en parajes remotos de los Andes, hasta que en junio de 1989 ocurre una de las acciones antisubversivas más importantes, el enfrentamiento de Los Molinos (Junín). Allí, las patrullas de las fuerzas especiales paracaidistas eliminaron a 75 guerrilleros del MRTA muy bien armados.
Entre 1994 y 1995 ocurren las grandes operaciones antisubversivas ‘Aries’ y ‘Tumbamonte’, contra las bases terroristas de Sendero Luminoso en la inhóspita zona del río Huallaga, en la selva central. Allí operaban auspiciados por los ‘barones’ de la droga, que les entregaban armas y dinero a cambio de protección para sus laboratorios de cocaína.
A finales de enero de 1995 nuevamente estalla un conflicto en la frontera. Las selvas del Cenepa fueron escenario para el accionar de los paracaidistas peruanos movilizados desde sus bases contraguerrilleras en el centro del país. Los combates en Cueva de los Tayos, Base Sur, Tiwinza, Montañita, Quebrada Zafra y el demoledor golpe de mano al Puesto de Vigilancia Coangos del 22 de febrero -el ‘miércoles negro’ para el Ecuador- demostraron la capacidad combativa de los peruanos.
Poco tiempo tuvieron para descansar los paracaidistas del Ejército. A las 3 de la tarde del 22 de abril de 1997 se puso en marcha la ‘Operación Chavín de Huantar’ para recuperar la residencia del embajador japonés en Lima. Allí, un comando terrorista retenía 72 altos funcionarios de Perú y Japón. La operación se planeó cuidadosamente, con entrenamientos durante la mayor parte de los 126 días que duro el secuestro en una réplica de la edificación, y culmino con el rescate de todos los rehenes.
Brigada de Fuerzas Especiales
En 2003 el alto mando del Ejército reorganizó a sus unidades aerotransportadas como Batallones de Comandos, y los aglutinó en torno a la Primera Brigada de Fuerzas Especiales (1ra. Brig. FF.EE.). Forman parte de esta entidad el Batallón de Comandos ‘Comandante Espinar No. 19’, la unidad más antigua y distinguida, creada en 1933 y experta en combate en terreno desértico, y en contrasabotaje a través de su Compañía Antiterrorismo ‘Pachacutec’.
También, el Batallón de Comandos ‘Coronel Juan Valer’ No. 39, cuyos orígenes datan de 1941, y que tiene a su cargo el Centro de Entrenamiento de Fuerzas Especiales en Lima; el Batallón de Comandos ‘Guardia Chalaca’ No. 40, activado en 1980 y especializado en combate en Selva; el Batallón de Comandos ‘Coronel Narciso de la Colina’ No. 61, formado en 1996 y con amplia experiencia en guerra de alta montaña; así como el Escuadrón de Reconocimiento Aerotransportado No. 61, encargado de la señalización y seguridad de zonas para saltos, y búsqueda y rescate de combate “más allá de las líneas enemigas”.
Como elementos de apoyo de base y en campaña se dispone del Batallón de Servicios Aerotransportado No. 61, la Compañía de Comando No. 61 y la Compañía de Comunicaciones Aerotransportada No. 61, además de la Compañía de Doblaje, Reparación, Abastecimiento de Paracaídas para el Lanzamiento Aéreo (DRAPLA), y el Destacamento de Transporte Vehicular, dotado de camiones M462 Abir, de manufactura israelí, y todo terrenos Gurgel X-15 hechos en el Brasil.
Formación y equipamiento
El perfil profesional de estos hombres es, en el caso de los Oficiales, egresados de la Escuela Militar de Chorrillos tras cinco años de estudios; y Suboficiales proveniente de la Escuela Técnica del Ejército con tres años de formación. En ambos casos es necesario obtener la calificación como ‘Combatiente Especial’ en la Escuela de Comandos y en la Escuela de Paracaidistas del Ejército, que tienen sus sedes en el Cuartel Alfonso Ugarte.
Allí se dicta el Curso Básico de Paracaidismo, de cuatro semanas que incluye siete saltos diurnos y uno nocturno; el Curso de Maestro de Salto de Paracaidismo (30 días, incluyendo saltos nocturnos y sobre el mar), el Curso de Caída Libre (30 días de paracaidismo deportivo), el Curso de Operaciones Especiales a Grandes Alturas (45 días), el Curso de Orientadores (de 90 días), el Curso de Doblaje de Paracaídas, y el Curso de Monitores para Personal de Tropa.
Para los saltos se dispone de paracaídas modelo T-10 y MC-1 fabricados en Corea del Sur, ‘Drakar’ franceses y ‘Profile’ americanos, así como el fardo P2B, y se cuenta con el auxilio de los Antonov An-32B ‘Cline’ del Batallón de Aviones No. 811 (BA 811) de la Aviación del Ejército.
La dotación de armas es variada: subfusiles alemanes Hecker & Koch, variante KA-1, SD con silenciador y MP-5; pistolas-ametralladoras Uzi y Miniuzi en el calibre 9 mm., pistolas Browning BDA de 9 mm., y fusiles IMI Galil SAR de 5.56 mm., FN FAL 50-62 con culata plegable, de 7.62/51 mm. y Kalashnikov AKM de 7.62/39 mm. También, lanzagranadas sudafricanos L-6 Striker de 40 mm. y morteros M-6 de 60 mm. del mismo origen; lanzacohetes rusos RPG-7, y ametralladoras belgas FN MAG-240 calibre 7.62 mm.
La Compañía Antiterrorismo ‘Pachacutec’ y las Unidades de Comandos ‘Manco II’ y ‘Rumimaki’ poseen, además, fusiles sudafricanos Vektor CR-21 de calibre 5.56 mm., subfusiles P-90 de 5.7 mm. escopetas Winchester 1300 Marine Defender, ballestas Barnett-Velocispeed Class, y chalecos antifragmentación Tac-V1 fabricados en EE.UU. Los francotiradores están dotados de fusiles Galil Sniper de 7.62 mm. con visores nocturnos IMI, así como del Magmillan de Harris Gunwork, calibre 12.7 mm.
Este es a grandes rasgos el potencial aerotransportado del Ejército del Perú, que hoy también participa en la Misión Estabilizadora de la ONU para Haití (MINUSTAH). Los paracaidistas peruanos son profesionales de la guerra, que combinan la experiencia, el valor y los medios tecnológicos adecuados para ubicarse entre las unidades de elite más capaces de esta parte del mundo.
bueno que gusto es leer esta reseña historica por parte de lewis mejia al pareser creo que nos conosemos soy del curso de caida libre prom 1977 si no me equiboco soy el cabo luis canepa de ese en tonses estube en la compañia espesial de comandos 112 en el cuartel alfonso ugarte de las palmas me trasladaro a arequpa con mi unidad despues hise el curso de ofisial y donde regrese como sub teniente bien ahora estoy retirado me gustaria tene3rcomunicacion tefo 959308120 y mas adelante chatear espero que sea el cap o mayor en ese en tonses seria muy grato conversar luis canepa caida libbre
ResponderEliminarhola amigo que gusto que haya personas como usted tan gratas con quien entablar conversación soy excomb del alto cenepa, y del frente Huallaga entre 93 y 1995.
Eliminarwww.luisarturo9999.galeon.com
creo que hay una ligera adaptación de los hechos te invito mejor a que veas en caliente a los combatientes que participamos en la ARIES y TUMBAMONTE de la cual fui participe y luego al mando del CMDTE Lucho Alatrista hacia el TON, es cierto que en base sur ya estaba apostado el batallón de parachutes los comandos de la 19 acampamos en base sur que ya había sido recuperada por los paracaidistas esa noche nos llovió morteros y batería pesada hacia nuestro punto, pudiendo hacer nada solo esperar que se cansen, allí conoci a un tigre el sgto2 Gomez Fuchs (que luego en lima nos reencontramos en el HMC ya que ambos salimos heridos el en base sur y el que escribe en tiwinza) y al día siguiente y con una planificación en pv1 muy temprano partimos hacia Coangos dejando como contingente de seguridad a los paracaidistas en la partes altas de Base Sur. esta es mi historia haber si me corriges www.luisarturo9999.galeon.com
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